El actual contexto económico no solo ha evidenciado la baja efectividad de las políticas activas de ocupación en la creación de nuevos empleos, sino que también ha hecho patente el distanciamiento entre los tiempos y las velocidades en que se mueve la administración y de aquéllos que dispone la persona desocupada.

A menudo, las opciones públicas han planteado unas soluciones –a medio y largo plazo– desajustadas de la realidad de determinados perfiles de desempleo que necesitan soluciones a corto plazo en un mercado laboral baldío y estancado.

Los colectivos con dificultados significativas para retornar a corto plazo al mercado laboral suelen provenir de sectores con baja ocupabilidad, son poco proclives a la reincorporación al sistema formativo, y mantienen cada vez un vínculo más débil con el mundo del trabajo.

Atendiendo al hecho de que el trabajo centraliza la constitución económica y psicológica de cualquier persona, el tiempo no juega a su favor, y las repercusiones de tipo personal y social son evidentes. En este sentido, en muchas ocasiones, la ausencia de empleo daña la autoestima, afecta la autoconfianza y el autoreconocimiento y, asimismo, debilita los músculos de muchas de las competencias, previamente adquiridas, y que será necesario reactivar para situarse en un nuevo contexto variable.

Con la plena consciencia de que vivimos nuevas situaciones en las que nadie puede aportar tan solo soluciones de carácter individual, son cada vez más imprescindibles nuevas formas de relación de la administración con la ciudadanía desocupada, más eficientes y efectivas, que den respuesta a estas necesidades que se plantean a corto plazo. Nuevas formas de trabajo colaborativo en que se interrelacionen los saberes de todos los actores implicados en el ámbito de la ocupación –empresas, tercer sector y administración–, y que sitúen en el centro a las personas que no solo buscan rehacer su vínculo con el entorno laboral sino que también necesitan recuperar todas aquellas competencias, tangibles e intangibles, que han perdido en el camino del desempleo.

Es obvio que las fórmulas de ayer ya no dan respuestas a la nueva realidad. Y es por este motivo que nos hace falta generar nuevas soluciones inclusivas, a medida, en donde todos los actores cocreen, cooperen, se relacionen; sean, en definitiva, capaces de buscar conjuntamente nuevas vías de salida al nuevo contexto que generen nuevos sistemas de innovación social.

El planteamiento de este nuevo escenario de relaciones puede conducir a sincronizar los tiempos y las velocidades entre unos y otros.

Es hora, pues, de estrechar las manos y de caminar acompasadamente hacia un lugar compartido que genere nuevas áreas de oportunidad. Es hora de hacer una pausa necesaria para replantear dónde estamos, para compartir iniciativas, contenidos y oportunidades. Es hora de atender, con sentido, a aquello posible y tomar impulso para continuar.

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