El actual contexto económico no solo ha evidenciado la baja efectividad de las políticas activas de ocupación en la creación de nuevos empleos, sino que también ha hecho patente el distanciamiento entre los tiempos y las velocidades en que se mueve la administración y de aquéllos que dispone la persona desocupada.
A menudo, las opciones públicas han planteado unas soluciones –a medio y largo plazo– desajustadas de la realidad de determinados perfiles de desempleo que necesitan soluciones a corto plazo en un mercado laboral baldío y estancado.